UTOPÍA
A Fernando G. Guereta
Se echó al monte la utopía
perseguida por lebreles que se criaron
en sus rodillas
y que, al no poder seguir su paso, la traicionaron;
y hoy, funcionarios
del negociado de sueños dentro de un orden
son partidarios
de capar al cochino para que engorde.
¡Ay utopía!,
cabalgadura
que nos vuelve gigantes en miniatura.
¡Ay utopía!
Dulce como el pan nuestro
de cada día.
Quieren prender a la aurora
porque llena la cabeza de pajaritos;
embaucadora
que encandila a los ilusos y a los benditos;
por hechicera
que hace que el ciego vea y el mudo hable;
por subversiva
de lo que está mandado, mande quién mande.
¡Ay utopía!
incorregible
que no tiene bastante con lo posible.
¡Ay utopía!
que levanta huracanes
de rebeldía.
Quieren ponerle cadenas
Pero, ¿quién es quien le pone puertas al monte?
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte.
¡Ay utopía!,
cómo te quiero
porque les alborotas el gallinero.
¡Ay utopía!,
que alumbras los candiles
del nuevo día.