LOS FORMALES Y EL FRÍO

Lletra: Mario Benedetti
Música: Joan Manuel Serrat

Mientras comían juntos y distantes y tensos,
ella muy lentamente y él como ensimismado,
hablaban con medida y doble parsimonia
de temas importantes y de algunos quebrantos.

Entonces como siempre, o como casi siempre,
el desvelo social condujo a la cultura,
así que por la noche se fueron al teatro
sin tocarse un ojal ni siquiera una uña.

Su sonrisa, la de ella,
era como una oferta, un anuncio, un esbozo.
Su mirada, la de él,
iba tomando nota de cómo eran sus ojos.

Y como a la salida soplaba un aire frío
y unos dedos muy blancos indefensos y tristes
apenas asomaban por las sandalias de ella
no hubo más remedio que entrar en un boliche.

Y ya que el camarero se demoraba tanto
llegaron cautelosos hasta la confidencia,
extra seca y sin hielo por favor, y fumaron
y entre el humo el amor era un rostro en la niebla.

En sus labios, los de él,
el silencio era espera, la noticia era el frío.
En su casa, la de ella,
halló café instantáneo y confianza y cobijo.

Una hora tan sólo de memoria y sondeos
hasta que sobrevino un silencio a dos voces,
como cualquiera sabe en tales circunstancias
es arduo decir algo que realmente no sobre.

Él probó; sólo falta que me quede a dormir
y ella, también probó; y por qué no te quedas
y él sin mirarla; no me lo digas dos veces
y ella en voz baja; bueno y por qué no te quedas

y sus labios, los de él,
se quedaron gustosos a besar sin usura
sus pies fríos, los de ella,
que eran sólo el comienzo de la noche desnuda.

Fueron investigando, deshojando, nombrando,
proponiéndose metas, preguntando a los cuerpos
mientras la madrugada y los temas candentes
conciliaban el sueño que no durmieron ellos.

Quién hubiera previsto que, aquella tarde,
el amor, ese célebre informal
se dedicara a ellos tan formales.