BALADA DE OTOÑO
Llueve,
detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo,
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada de otoño.
Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo
y a veces como un lamento
y a veces viento.
Llueve,
detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Te podría contar
que está quemándose mi último leño en el hogar.
Que soy muy pobre hoy.
Que por una sonrisa doy
todo lo que soy
porque estoy solo y tengo miedo,
si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara
y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.
Entonces, olvidando
tu mañana y mi pasado,
volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada de otoño.
Llueve,
detrás de los cristales llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados.