BENITO

Al verle, caballero, le dije aquí al Benito:
“…Ese es de los que nunca niega una ayuda…”
No deje que le engañe mi abrigo descosido.
Paso por una racha negra y peluda

pero tengo mi casa, no soy un muerto de hambre,
sólo que últimamente ya no la empleo.
No soy como el Benito. Tengo familia, ¿sabe?
aunque hace mucho tiempo que no los veo.

Si es su gusto invitarme tomaré una copita.
Hace un frío que pela por esas calles.
Acércate Benito, el caballero invita.
Ponga dos de lo mismo y Dios se lo pague.

Tanto tienes, tanto vales
y pare usted de contar.
Hoy respiramos,
mañana dejamos
de respirar.

Como le iba diciendo, fue el cabrón de mi yerno
el que me buscó la ruina y les comió el tarro
a toda la familia: Que si esto, que si aquello
¡Mentiras, se lo juro! ¿Me invita usted a un cigarro…?

La gente, jefe, es mala y el mundo un desatino.
Mire, sin ir más lejos, este sujeto
vendería a su madre por un cartón de vino.
¡Siéntate aquí Benito y estate quieto!

¿Otra copita…? Bueno. ¡Por la gente rumbosa!
Este clarete abre el apetito.
¿No le apetecería picar alguna cosa…?
El cuerpo lo agradece. ¿Verdad Benito…?

Tanto tienes, tanto vales
Y pare usted de contar.
Hoy respiramos,
mañana dejamos
de respirar.

Despiértate Benito, se nos mojó la leña
y así no hay quien encienda un fuego decente.
Baja crecido el río. Ya cubre hasta las peñas.
Tendremos que mudarnos bajo otro puente.

¿Sabes, Benito? anoche, tuve un sueño virguero.
Me la pasé de charla y tomando copas
en un sitio divino, con todo un caballero
y tú también venías, Benito, y había sopa

y gambas y chuletas y alubias con chorizo
y café, copa y puro, como en los buenos tiempos
Benito… ¿No me escuchas…? ¿Qué te pasa Benito…?
No vayas a morirte. No me hagas eso.

Tanto tienes, tanto vales
y pare usted de contar.
Hoy respiramos
mañana dejamos
de respirar.

No creo que te importe que encima de los míos
me ponga para siempre tus calcetines.
Al fin y al cabo, amigo, tú ya no tienes frío.
Perdona que te deje, sigue creciendo el río.