CANTANTE Y BODEGUERO
Joan Manuel Serrat: «Esto no es un 'hobby', le tengo respeto al vino»
«Me enamoré del proyecto de hacer viticultura en altura», explica el cantante En el año 2002 empezó a embotellar
CARMEN FUENTES/MADRID
VINO. Serrat se considera un bodeguero apasionado. / SUR
La aventura comenzó hace unos años, con sus socios Antonio Casado y Alejandro Marsol y en 2002 empezaron a embotellar el Mas Perinet, salido de 32 hectáreas de viñedo (en Montsant y el Priorato) en bancales con un cambio brusco de temperatura del día a la noche gracias a la brisa del mar.
¿Qué sintió al descorchar y catar su primera botella?
Más que al descorcharla, la ilusión fue verla embotellar. Aunque cuando más emoción he sentido ha sido al ir a un restaurante y descubrir que en la mesa de al lado estaban bebiendo mi vino. La satisfacción de ver que algo que has hecho lo están disfrutando y compartiendo otros me importa muchísimo.
¿Por qué se metió en esto?
Es complicado explicarlo y no lo sé muy bien. Fueron Marsol y Casado los que, en 1998, me liaron. Yo había sido un sólido consumidor y estoy tratando de devolver al vino lo mucho que ha hecho por mí. Soy perito agrícola, algo que no he olvidado aunque no he estado nunca en la profesión, pero sí he vivido muy relacionado con el campo.
¿Cuál es la razón de Mas Perinet?
La razón por la que decidí participar en esta aventura fue porque me enamoré del entorno y del proyecto de hacer viticultura en altura.
¿Descubrió la pasión por el vino cuando lo iba haciendo?
Me sorprende que alguien pueda amar algo que desconoce. Las cosas se aman a medida que las conoces y te implicas en ellas.
Tanto cantar y no haberle dedicado una canción al vino...
Ni lo pienso hacer. El vino forma parte de mi canción particular.
¿Dejará la música por el vino?
Ni voy a dejar el mundo de la música, ni le dedico menos tiempo. La viña y la bodega se han de adaptar a mi prioridad, la música. Pero esto no es un 'hobby', porque le tengo mucho respeto al vino.
¿El vino tiene mucha música?
Tiene mucho de obra artística porque parte -y hurga- en el mundo de las emociones. Es algo profundamente subjetivo. Para hacer vino hay que ser sensible.
¿Una viña es un sueño?
Es un espacio ensoñador, muy agradable y muy agradecido. El viñedo es la clave. No se puede hacer magia y hay que partir de un buen producto, aunque luego te puede no salir bien, pero no al revés.
¿Qué pretende ofrecer con su vino?
Quiero hacer un producto honrado, que pueda funcionar con la cara alta y que esté en la franja justa de calidad-precio.
¿Ve este oficio como algo muy serio, costoso, que requiere un gran esfuerzo o como algo lúdico?
Todo lo primero es verdad, pero no sería nada si detrás no hubiese mucha fe, mucha ilusión y mucho entusiasmo y, sobre todo, si no hubiera un desafío. Yo soy un bodeguero apasionado.
¿Hace cultivo ecológico?
Sí, respetamos la planta y su entorno. Nuestros abonos son orgánicos.
¿Ha sido un buen catador?
Me gusta jugar a catar. Soy muy curioso. Bebo para disfrutar del vino no de sus efectos, pues los excesos suelen jugar malas pasadas, aunque pueden ser divertidos, pues hay que desconfiar de un hombre que no tenga excesos.
¿En España hay miedo a hacer grandes vinos como en Francia?
La gente tiene ganas, pero no la posibilidad ni la capacidad. En España en blancos tenemos un gran camino que recorrer.
¿Se ha puesto alguna vez de rodillas ante un gran vino?
Casi. Fue con un doble magnum de Château Margaux de 1970. Tengo un recuerdo extraordinario. Lo bebimos durante varias horas en casa de un amigo muy generoso y, como era tan grande la botella, vimos cómo iba evolucionando.
¿Qué diría a alguien que empieza?
Que sepa de qué va, porque es un proceso a largo plazo. Sólo a partir de buscar la calidad podrá hacer algo interesante. Esto requiere paciencia, conocimiento y talento. Si le falta, que no se meta.