¡No se puede consentir! Dicen. ¡Han utilizado armamento ilegal contra la población! ¡Armamento químico! Claro, y en vez de enviar medicamentos y médicos, lo que hay que hacer, según parece, es que la comunidad internacional, muy santa ella, envíe aviones a pegar pepinazos que, por supuesto, no van a caer sobre la población civil, sino directamente sobre los mandamases que usan armas químicas y en un plis plas, todo resuelto.
La vida humana es sagrada, demasiado sagrada como para tomársela a la ligera. Yo fui de las que protestaron cuando la guerra de Irak, tampoco me quedé callada cuando habiendo un socialista en la Moncloa, salió por la televisión la ministra de Defensa, maquillada como una modelo y con una sonrisa como quien anuncia una cafetera, mostrándonos el modelo de avión que se iba a enviar contra Gadafi y que a tenor de la expresión de la ministra, iba a repartir caramelos entre los niños.
Hoy parece que le toca a Siria, que sí, que no, que bombardeamos que no bombardeamos. Nosotros no estamos implicados de momento, es decir, que no estamos en el negocio o en el reparto o en lo que sea, porque a nadie con dos dedos de frente se le hace creer que lo de la intervención es simplemente para castigar a los que emplean armas químicas.
¿Somos tontos? ¿Nos toman por tontos? ¿En realidad somos tan tontos como para que se nos manipule con tanta facilidad? Porque desde hace unos días también se nos "bombardea" desde la televisión con imágenes de víctimas de armas químicas, preparando a la opinión pública ante una posible intervención.
Es posible que servidora sea una extraterrestre, que esté equivocada, que ande ajena a las bondades de quienes quieren mantener "la legalidad" de usar armas únicamente "legales", que matan, pero legalmente. Lo que sí puedo decir es que me siento absolutamente impotente y cabreada frente a toda esta historia.
Damablanca