Sab Mar 10, 2007 8:57 am
Hola:
Cuando el sueño me abandona la escritura es mi mejor aliada. Ahora me ocurre demasiado a menudo estar poco lúcida, no encontrar las palabras adecuadas y en ocasiones me desaliento. De alguna manera, cuando la mente falla hay una pérdida de identidad. Aún así, aquí estoy, intentando acercaros a una realidad ignorada por una gran mayoría.
No siempre es fácil describir situaciones vitales. A menudo tenemos que recurrir a imágenes que nos acerquen a esas vivencias. Aquí os aporto las mías, personales e intransferibles.
Un abrazo de agradecimiento a todos los que os interesáis por este tema, espero disfrutar con muchos de vosotros del próximo concierto del día 15 de nuestro amigo incondicional y solidario, J.M. Serrat.
UNA POSTAL DE COLORES
La Fibromialgia, el Síndrome de Fatiga Crónica y la Intolerancia Química Medioambiental llevan grabadas en su impronta un color.
El rojo de la Fibromialgia, a pesar de ser actualmente invalidante en demasiados casos, se podría atenuar con un buen tratamiento y una higiene de vida correcta, pero esto está aún por llegar para una gran mayoría.
La doble personalidad del Síndrome de Fatiga Crónica agrava la situación. Un primer color neutro, fatigoso y agotador le ancla en nuestras vidas hasta el punto de que ya no recordamos cómo éramos antes de su aparición. Sin embargo, “el brote” se comporta como una visita inesperada. No sabes cuando llegará, ni por cuánto tiempo permanecerá. Mientras está instalado en casa te deja inmersa en un vacío azul oscuro, fuera del juego de la vida.
La tercera componente de esta trilogía, la intolerancia química medioambiental, te obliga a convertirte en un islote, buscando desaforadamente el verde intenso de los bosques o la gama de azules del mar. Impera la necesidad de alejarse del asfixiante gris verdoso de los tóxicos. Los químicos te alejan de las relaciones familiares, sociales y laborales, aún así, permanecen las más valiosas.
Cuando el rojo, el neutro-azul oscuro y el gris verdoso se funden, aparece una amalgama espesa que invade hasta el alma de quien la padece.
He vivido momentos en los que recé despacito al cielo para que viniese mi ángel de la guarda y se me llevase sin dolor, durante el sueño, para acabar con el sufrimiento. Miraba a mi alrededor, observaba cómo las pocas personas que me rodeaban tenían que modificar sus vidas, hacer auténticos esfuerzos para poder seguir a mi lado. Leía a veces la pena en sus rostros. Pensaba que si me encontraba entre el grupo de los físicamente débiles, a los que les cuesta sobrevivir en un mundo construido, o mejor dicho, destruido para que queden sólo los fuertes, ¿por qué no podía marcharme ya? Me daba la oportunidad de ser feliz del otro lado del cielo y permitía que aquellos a los que amo pudieran seguir con una vida supuestamente normalizada según los cánones establecidos.
Pero una voz interior me gritaba ¿desde cuando te dejas vencer? ¿Acaso estás buscando la salida fácil? ¿Quieres ver cuántas personas hay peor que tú y siguen en las trincheras? ¡Adáptate y aprende a vivir esta lección, seguro que tiene aspectos positivos! ¡Esfuérzate en hacer más agradable tu vida y la de los que te rodean! ¡Deja de sobrevolar las etapas del duelo y detente en la aceptación!
Lentamente aprendí a caminar en búsqueda de un blanco luminoso, si no en el cuerpo, al menos en la mente y en el espíritu. Este esfuerzo me ha ayudado a ponerme de nuevo en vertical, dispuesta a honrar la vida, como dice la canción.
Ahora me considero afortunada a pesar de esta sinrazón porque tengo el apoyo de mi entorno más próximo. Mi marido y yo un día unimos nuestras vidas para navegar juntos hasta el final del horizonte. En nuestra ruta hemos encontrado tres fardos inesperados señalados con unas iniciales: fm, sfc e iqm. A pesar de ellos nuestro barco sigue manteniendo la línea de flotación.
BETTI
LA EXPERIENCIA ME HA LLEVADO A ESTA FRASE DE MARCEL PROUST: "AUNQUE NADA CAMBIE, SI YO CAMBIO, TODO CAMBIA"